viernes, 3 de octubre de 2008

"Gilles de Rais, el alquimista degenerado"


"Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos”. Texto proferido por Guilles de Rais en Nantes, cuando había sido arrestado.

Fue a principios del siglo XV, en el año 1404, cuando nació el hombre conocido con el sobrenombre de “Barba azul”. Uno de los asesinos más bestiales, monstruosos, viles y crueles del mundo. Acompañado siempre de la palabra vampiro, debido a su gusto enfermizo por la sangre, la cual le proporcionaba un éxtasis indescriptible, llegando a bañarse en ella.
Fue el brazo derecho de Juana de Arco en la lucha contra los ingleses y nombrado mariscal de Francia por Carlos VII en Reim a los veinticinco años.
Tras la muerte de Juana se retiró a su castillo. Allí fue donde realizó sus más atroces crímenes, utilizando sangre infantil en sus macabras sesiones satánicas.
Tras dilapidar una enorme fortuna, reunió en su castillo a renombrados especialistas para encontrar el secreto de la piedra filosofal y así solucionar su precaria situación económica.
A través de Preslati se inicia en la magia negra, en las prácticas alquímicas e invocaciones demoníacas.
Celebraba misas negras, sacrificando a jóvenes de las cercanías. Los mutilaba para representar sacrificios de ojos, corazón o manos. En ninguno de los intentos obtenía resultados pero al final eso era lo que menos le importaba. Un placer malsano fue tomando cuerpo en su interior con cada sacrificio y a medida que avanzaba en número también lo hacía su demente lujuria.
Solía secuestrar a mendigos y campesinos entre los siete y catorce años de edad, cometiendo con ellos puras barbaridades, sodomización, estrangulamientos… Decapitaciones en las torres del castillo junto a sus pajes de confianza. Los desmembraban y abrían en canal, divirtiéndose con ello y quedándose a continuación con sus cabezas. Eran unos despiadados asesinos además de maníacos sexuales.

El número total de víctimas se hace incalculable, debido al profundo pánico y terror que sentían la mayoría de los familiares de niños asesinados, hacia el llamado, “discípulo de Satán”. Se estima que la cifra debió ser muy elevada.

Fue acusado ante el obispo de Nantes como: hereje, reincidente, brujo, sodomita, conjurador, espíritu malvado, adivino, apóstata, servidor de fetiches, asesino de inocentes, desviado de la fe y su enemigo, vaticinador y maestro brujo. Como defensa dijo lo siguiente: “la estrella bajo la que he nacido me ha destinado a cumplir hechos que nadie había podido entender”.
El 26 de octubre de 1440 fue conducido junto a sus dos fieles y perversos colaboradores al prado de la Madeleine en Nantes para ser ahorcado y luego quemado. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de las carmelitas de Nantes, a petición de sus familiares.

Un verdadero monstruo, uno de los asesinos más despiadados del planeta. Un enfermo cínico torturador de niños. La personificación de la máxima expresión del mal en la tierra. El cual poco antes de morir pidió perdón a los familiares de sus víctimas, todo por el miedo final de ir al infierno. Además de todo lo dicho, un absoluto cobarde.

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